sábado, 1 de abril de 2017

QUÉ ES LA B’NAI B’RITH









New York, 1° de octubre de 1843. En el Café Sinsberner, once judíos emigrados de Alemania, tienen una misteriosa reunión. Se trata de crear una obediencia masónica reservada exclusivamente a los judíos.

La concepción no deja de ser curiosa. En efecto, la francmasonería se proclama por encima de todas las religiones y de todas las razas; por lo tanto no parece pues imposible que los judíos puedan iniciarse en alguna de las logias masónicas existentes. Parece, sin embargo, que en este ambiente del siglo XIX no estaba ausente cierto racismo en la sociedad protestante norteamericana. Un poco por todos lados se hallan inscripciones discriminatorias indicando: “solo se admiten a cristianos” o “la clientela judía es indeseable”. La cuestión es que los once judíos del Café Sinsberner deseaban una obediencia masónica reservada a los judíos únicamente. Sin duda habían medido el interés que podía haber en contar con una sociedad secreta a su disposición exclusiva. Además, deben buscar un nombre. Al principio el grupo era llamado Bruder Hundes —o Unión Fraternal— pero pronto van a encontrar uno mejor: será el de B’nai B’rith.

Es interesante saber cómo se llega a él. B’nai viene de la raíz hebraica Ben que significa “hijo” pero que puede significar también “príncipe, habitante, comunidad, discípulo”. En cuanto a B’rith, que originalmente tenía el sentido de trozo de animal en los sacrificios rituales, derivó luego en el de “tratado, afianza, promesa”. La expresión completa significa por lo tanto: los Hijos de la Alianza, los Príncipes de la Promesa, los Hijos de la Unión. A menudo se encuentra la deformación yiddish de Bne Briss usada en Alemania. Los judíos sefardíes, en tanto, pronuncian Beni Beríth.

He aquí a los once fundadores provistos de un nombre. Es indispensable suponer que ya eran masones, afiliados a logias norteamericanas puesto que eligieron un ritual que es una mezcla del rito de York y del rito norteamericano de Old Fellows. Su primera logia llevará el nombre de New-York Lodge cuyo primer presidente será Julius Bien aunque el fundador de la obediencia fuera el hermano Henry Jones. Los B’nai B’rith de 1843 parecen ser judíos venidos exclusivamente de Alemania y sus escritos estaban en alemán.

El éxito es veloz en esta comunidad cerrada donde las noticias corren. Un año después de su fundación la orden está en condiciones de abrir una nueva logia en New York y una tercera en Baltimore. Pero el B’nai B’rith tenía una vocación internacional. Necesitaba responder a los requerimientos del pueblo judío disperso. Ya en 1849, en Cincinnati, una logia actuará en inglés. En 1850 existen 20 logias B’nai B’rith en los Estados Unidos las cuales reúnen 2.218 miembros en total. Comienza a aparecer entonces el verdadero carácter de esta masonería; el de ocuparse de las comunidades judías en el mundo entero y antes que nada en Europa.

En 1851 se la ve intervenir frente a las autoridades norteamericanas para protestar contra un tratado firmado entre los EE.UU y Suiza porque ciertos cantones de la Confederación Helvética imponían restricciones a los derechos de los judíos. El B’nai B’rith ya era suficientemente poderoso como para obtener un triunfo. En 1857 el Tratado fue modificado. De allí en más su poder internacional no habría de ceder más sino incrementarse. El B’nai B’rith hoy día es miembro consultor del Consejo de Europa, de las Naciones Unidas, de la UNESCO, y de la OEA.

En Europa, el B'nai B'rith hacia 1882 después de haberse propagado por toda Alemania —lo que se explica por el origen de sus fundadores— se había difundido en Europa Central y Oriental: Bucarest, Praga, Constantinopla, Viena, Cracovia. En 1905, ya se encuentran Logias en Basilea, y en Zurich, en 1912 en Copenhague y en 1923 en La Haya y Ámsterdam. Estos nombres indican por si solos que los B’nai B’rith primero se desarrollaron en países de fuerte población judía. Pero será en los EE.UU. sin embargo, donde su poder se afirmará muy rápidamente. En 1913 se los ve fundar la Anti-Defamation Leagueliga Contra el Antisemitismo, a imitación de las organizaciones francesas similares LICRE y MRAP.

En Francia la Logia-madre France 1151 es creada en París en 1932. En los años siguientes a la “Liberation” tendrá por dirigente al Hermano Pierre-Jean Bloch y es través de la personalidad de este último que uno puede darse cuenta del poder oculto de esta masonería, Pierre-Jean Bloch ocupa, en Londres, una posición de capital importancia en el entorno del Gral. De Gaulle: es agregado al gabinete particular del Jefe de la “Francia Libre”. Allí se ocupa en especial (Cf, “Díctionnaire politique” de Costón, t. 1) de los servicios políticos: depuración, lucha contra los petainistas, servicios secretos gaullistas.

En Argelia ocupa el cargo de delegado general del Interior. De Gaulle a su regreso a Francia le encarga la liquidación de los bienes de la prensa interdicta. Finalmente, nos dice Costón, “funda y dirige una agencia de publicidad encargada de la distribución del Presupuesto de Israel”.


Los B’nai B’rith durante el siglo XX han jugado, especialmente en los EE.UU. un rol político importante. Uno de ellos, Samuel Rosenman será, a la vez, presidente de los B’nai B’rith del Estado de New York, y consejero íntimo del Hermano Roosevelt al cual, se dice, le preparaba a menudo documentos y discursos. Y continuará desempeñando el mismo papel con el Hermano Truman.

¿Cuál es el objetivo de la Orden?

La Guide juif de France lo resume así: unir los judíos “por sus más altos intereses y los de la Humanidad” y más precisamente, “defender el patrimonio religioso y espiritual por una acción educativa y cultural coherente, especialmente entre los jóvenes y consecuentemente, reaccionar cuando así convenga contra las tendencias asimiladoras”. Lo cual es perfectamente loable desde el punto de vista judío.

La logia France 1151 había sido fundada por un abogado ruso, Henri Sliosberg, nacido en Mir y que fuera diputado a la Duma refugiándose luego en Francia cuando el Hermano Kerensky hubo finalmente, por su política liberal, dejado la puerta abierta para que los bolcheviques se quedaran con el poder. Iniciado en la masonería rusa inmigrada a Francia en 1921, fue luego fundador de las logias Astrée Hermés, Gamoione, y Lotus del rito escocés. La Logia France 1151 se instaló en París en la calle Rembrandt 6. Rápidamente se difundió al punto que las nuevas logias debieron reunirse en una Unión de las asociaciones francesas B’nai B’rith. Destaquemos entre ellas una logia Zadoc Kahn fundada en 1963 y un capítulo Anne Frank, creado en 1964. Se conocen logias provinciales en Belfort, Clermont-Ferrand, Colmar, Granoble, Lille, Lyon, Marsella, Metz, Mulhouse, Nancy, Niza, Estrasburgo, Troyes y Villeurbaine. Los B’nai B’rith son más de 500.000 iniciados repartidos en una cincuentena de países. El presupuesto anual de la Orden fue estimado en 1976 en unos 20 millones de dólares.

Nos queda ver, mientras tanto, cuales son los lazos existentes entre esta masonería y la masonería ordinaria. El gran historiador Bernard Lazare en su libro: L’Antisemitisme asegura que en la cuna misma de la masonería ya hubo judíos, que se los vuelve a encontrar en el siglo XVIII “en torno a Weishaupt y Martínez de Pasqualis, un judío de origen portugués” que organizó numerosas sociedades secretas en Francia. Para Bernard Lazare, la masonería representa los dos costados del espíritu judío: el racionalismo práctico y el panteísmo. Así pues se congratulaba de que los enciclopedistas y los jacobinos “a pesar de su oposición, llegaran al mismo resultado, esto es; al debilitamiento del cristianismo”.

La revista masónica “Le symbolisme” en 1962 escribe que el primer rol de los franc-masones “será el glorificar la raza judía que guarda inalterable el depósito divino de la ciencia. Por eso es que se apoyarán en ella para borrar las fronteras”.

Es conocida, igualmente, una curiosa declaración del Rabino Hermano Magnin, aparecida en B’nai B’ríth Magazine vol. XXIII p.8: “Los B’Nai B’rith son un mal necesario. En todos lados donde la masonería puede confesar sin peligro que es Judía por naturaleza como por su fin las logias ordinarias bastan para esa tarea”.

Esta identificación de las finalidades judías y masónicas no es reciente. Hace más de un siglo la Varieté lsraelité en 1631, t. V., p. 74, declara que “el espíritu de la masonería es el espíritu del judaísmo en sus creencias fundamentales; sus Ideas, su lenguaje, casi su organización”. “El advenimiento de tiempos mesiánicos verá el coronamiento de esta maravillosa casa de oración de todos los pueblos de los que Jerusalén será el centro y el símbolo triunfante”. Se trata de una idea que se volverá a encontrar sin duda en la gran reunión de las religiones en Asís, donde se la podrá meditar en las palabras de Elías Eberlin en Les juifs d’aujourd’hui; Israel cumple inexorablemente “su misión histórica de redención de la libertad de los pueblos, el mesías colectivo de los derechos del hombre”. Estas fórmulas y estas ideas, tradicionalmente en el judaísmo, recuerdan recientes consignas romanas invitando a los católicos a “preparar el mundo para la venida del Mesías obrando conjuntamente con los judíos por la justicia social”, (cfr. Present 29-6-1985 y Jean Madiran: La question jvive dans l’Eglise. En Itineraires, 301, marzo 1986).

No se puede permanecer indiferente al hecho de que varias personalidades de la B’nai B’rith se encuentren en el origen de las reformas propuestas al Concilio Vaticano II en vistas a modificar la doctrina tradicional de la Iglesia de cara al Judaísmo. Entre ellas hay que retener especialmente la presencia del Hermano Label Katz, la más alta autoridad de la Orden. Si, según el presidente norteamericano de las B’nai B’rith, la misión de la Orden es el mantenimiento de la “continuidad judía”, no puede decirse que sirviera igualmente bien a la “continuidad católica”, lo cual no es ciertamente su misión.

Jacques Ploncard d’AssacRevista Cabildo, 2ª época, año XII, N°119.