domingo, 17 de julio de 2016

MASOMENISMO PANORÁMICO DE LA NEO-FSSPX



Deshojando la margarita romana.
 “Me reconoce, no me reconoce, me reconoce…”


En el discurso inaugural del Concilio Vaticano II, el 11 de octubre de 1962, Juan XXIII se lamentaba de aquellos “quienes en los tiempos modernos no ven otra cosa que prevaricación y ruina”, aquellos que son “almas que, aunque con celo ardiente, carecen del sentido de la discreción y de la medida”. En ese sentido decía que “disentimos de esos profetas de calamidades que siempre están anunciando infaustos sucesos como si fuese inminente el fin de los tiempos”. Una ola de optimismo inundaba todo el discurso del Papa que inauguraba la gran tragedia de la Iglesia, deplorando a los “profetas de desgracias”, que para muchos en ese entonces resultaban exagerados y posiblemente gente de mala fe.

Hoy desde la FSSPX hay quienes aplican esa condenación a los “aguafiestas” que no sólo ensombrecen su optimismo sino que no dejan de argüir insistentemente sobre la forma en que la congregación fundada por Mons. Lefebvre está siendo fundida por Mons. Fellay y sus asistentes liberales. Cuando alguien presenta los múltiples síntomas de la enfermedad, cuando expone las heridas, las ronchas y las contusiones, cuando describe las alteraciones ocurridas en el funcionamiento, cuando se da la etiología del desorden, se recibe como respuesta que tales son solamente sospechas, relaciones infundadas, que a lo sumo no hay más que una gripe pasajera. Lo importante es que el enfermo todavía no se ha muerto. No hay ningún certificado de defunción. Por lo tanto, la enfermedad no es grave. Apenas quizás un resfrío mal curado, que de ningún modo pone en riesgo la vida de la Fraternidad. No hay que ser exagerado ni alarmista. Todo irá mejor. Confiemos.

El que avisa y advierte de los males percibidos pasa entonces a ser acusado de buscar la muerte del paciente, de no ser honesto, de no tener coherencia intelectual, sin que quienes esto responden prueben los supuestos errores de diagnóstico o sus pronósticos supuestamente exagerados.

El liberal no puede dejar de ser optimista. O, a lo menos, ponerse los anteojos rosados (de los que alguna vez habló Mons. Fellay) para no tener que dejar de lado su mayor virtud, que suele ser la “moderación”. El miedo a exagerar o aparecer como “integrista”, que podría alejar o escandalizar a cierta gente a la que desea atraer, lo inhiben de ir más allá en su búsqueda de la verdad, una verdad que podría comprometer su propia “moderación”. Pues entonces tendría que descahecrese de ese "Pero"  que sostiene una ilusión o una realidad que se cree aún vigente cuando ya ha sido tocada de muerte.    


Algo de esto puede observarse en este artículo de un sitio web reconocidamente adicto a la FSSPX, el cual comentamos en color rojo.



FSSPX: una regularización inviable

Inviable significa “Que no tiene posibilidades de llevarse a cabo” (Dicc. RAE). Ya esto es erróneo, puesto que la regularización se está realizando gradualmente y está hecha en un alto porcentaje: ya está la FSSPX regularizada en tres Sacramentos que han recibido la autorización o jurisdicción ordinaria de parte de Francisco (Confesión, Extremaunción y Orden). El 27 de junio, Jacques Régis du Cray, caracterizado acuerdista de Francia que además fue miembro del GREC (un tema del que nunca se ha ocupado el sitio Panorama Católico, que se supone se ocupa de la información relevante en relación a la FSSPX y sus relaciones con Roma) publicó el siguiente comentario acerca del comunicado de 22 de junio del Obispo de Ratisbona sobre las ordenaciones de la FSSPX en el seminario de Alemania: "Este comunicado del Obispo de Ratisbona respecto a las ordenaciones de Zaitzkofen, da testimonio de un cambio importante, marcando una etapa suplementaria en el reconocimiento progresivo por Roma del ministerio de los sacerdotes de la FSSPX desde hace algunos meses. El 1° de septiembre de 2015, el papa Francisco afirmó que él consideraba “válidas y lícitas” las confesiones administradas en el seno de ella. El 1° de abril de 2016, el pontífice romano le indicó a Mons. Fellay que “el poder de confesar, muy evidentemente, continúa después (del año santo)” [...] Francisco retiró toda duda [...] sobre el sacramento de los enfermos conferido por los sacerdotes de la Fraternidad. En estos últimos días, la Santa Sede permite a los obispos de la Fraternidad conferir el sacerdocio sin tener que sufrir sanciones. Es el obispo de Ratisbona que nos informa de esta noticia. Él dijo explícitamente haber sido contactado en este sentido por Mons. Pozzo y afirma que estas ordenaciones no son únicamente "toleradas", sino que también son “aceptadas”. [...] En la medida que Roma actúa desde hace diez años a favor de la Fraternidad, las sanciones pasadas se desvanecen una después de otra. En 2009, el levantamiento permitió reconsiderar la excomunión del 2 de julio de 1988. Aceptando abiertamente que los obispos de la Fraternidad puedan ordenar a los seminaristas, la Santa Sede les permite lo que prohibió inicialmente a Mons. Lefebvre en 1976, y que le valió la suspensión a divinis. No queda más que el acto realizado por Mons. Mamie, obispo de Friburgo, el 6 de mayo de 1975, suprimiendo canónicamente a la FSSPX”.
Pensamos que Marcelo González, editor y responsable de un sitio web tan importante, debería estar informado de estas cosas, pues es claro que por el título que da a su artículo parece que nada de esto hubiese ocurrido.

Roma impone la doctrina del "masomenismo" canónico

MARCELO GONZÁLEZ

Después de la declaración de Mons. Fellay, al término de una reunión de Superiores Mayores de la FSSPX, se dio a conocer un comunicado que reprodujimos sin comentarios. El texto parece suficientemente claro. Aunque los en días posteriores se conocieron diversas interpretaciones. A propósito de lo cual Mons. Fellay predicó una homilía de carácter doctrinal explicitando lo que en la brevedad del comunicado aparece como enunciado.

Williamson y su famoso pelotazo a la tribuna

Hay cosas que solo se pueden entender con cierta disposición de buena fe. (Marcelo González las entiende porque tiene buena fe. Mons. Williamson no las entiende porque tiene mala fe, ¿es eso?) Mons. Williamson, ex miembro de la FSSPX (miembro de la verdadera FSSPX, no de la que corrompió el liberal Mons. Fellay quien lo expulsó injustamente), el fin de semana de la reunión de superiores comentó en su artículo hebdomadario que, si bien las declaraciones de Mons. de Galarreta alentaban cierta esperanza, finalmente, la vocación por un pacto con el neomodernismo triunfaría dentro de la FSSPX (el comunicado que publicó este 16 de julio DICI viene a confirmar esa vocación acuerdista que impuso Mons. Fellay). Horas después se conoció el comunicado. El artículo semanal siguiente de Mons. Williamson versó sobre los inconvenientes de ilusionarse con la vida rural… Y en el siguiente habló sobre la falsedad del Brexit… (Y el siguiente sobre el supuesto "Spexit", así entre comillas).

Uno espera cierta buena fe o coherencia intelectual de parte de quienes, como es mi caso, consideran la inconveniencia de buscar un reconocimiento canónico en las actuales circunstancias de la Iglesia (“inconveniencia”, palabra que la moderación sugiere a un diplomático o un tendero. Quizás podría decir también que un “reconocimiento” sería incómodo. O no sería útil o de provecho. Sólo eso puede llegar a afirmarse. Nada de afirmaciones “exageradas” o “catastróficas”, por favor. Ponerse bajo el poder del destructor Francisco sólo sería “inconveniente”. ¡Ah, si hubiésemos acordado con Benedicto, qué bien estaríamos, eso habría sido conveniente, verdad! Perdone el lector la ironía, pero juzgamos que es muy “conveniente”) Lo cual es una opinión. Uno espera que quien crea en la existencia de actitudes sospechosas de complicidad con el neomodernismo en miembros de la FSSPX (que no es mi caso) en buena fe admita que tales sospechas nunca se han visto confirmadas por la realidad. (“Actitudes sospechosas”. Esto es el colmo de la ceguera o de algo peor, además de ser un insulto a la inteligencia del lector. Las pruebas se han sucedido y el lector de buena fe puede encontrarlas en algunos blogs que apoyan a la Resistencia. Tales sospechas nunca se han visto confirmadas en la “realidad” en que vive Marcelo González, hecha de correctísimas moderación y reposo) Y eso, de por sí, es un argumento de peso que merece moderar las expresiones. (González nunca ha dado ningún “argumento de peso” para refutar o desmentir las acusaciones o pruebas presentadas por los que acusan a la Fraternidad de entreguismo y traición. Sobre la falta de honestidad intelectual de tal sitio web se pueden leer nuestros artículos: acá, acá y acá

Lo que uno no puede aceptar, sin hacer violencia a la verdad, a la sinceridad que corresponde a todo hombre inspirado por el espíritu del Evangelio (ya dimos cuenta en la primera de las notas enlazada más arriba el amor a la verdad a medias de González) y hasta la sabiduría humana (“be true to yourself” solía repetir Williamson en sus clases citando a Shakespeare), lo que uno no puede aceptar como digno de un hombre recto y respetable, es que se haga el distraído cuando la realidad resulta evidentemente contraria a lo que él venía sosteniendo. (Falso por donde se lo mire)

Muchahos, un poco de buena fe...

Las realidades complejas, en un mundo lleno de confusión resultan a veces arduas de comprender (Ah, vuelve otra vez a lo complejo de entender, seguramente por eso el “afecto” de Bergoglio a la Fraternidad es un “misterio”, como dijo el P. Pfluger, no?). Ante lo cual la persona prudente y rectamente intencionada (“como yo”, ¿verdad González?), o bien suspende el juicio interior o al menos lo calla, a la espera de que los hechos den más claridad a las cosas (¿más claridad todavía? Evidentemente el ambiente liberal ha nublado por completo su vista. Un escrito que acaba de publicar Non Possumus echa gran luz sobre este tema, puede leerse acá. Lo cierto es que González pretende que los que han visto perfectamente y demostrado la traición callen. Si éstos mienten o se equivocan, que él se tome el trabajo de probar que mienten o se equivocan. Pero en vez de ello prefiere no hablar de todos estos temas comprometidos…quizás tenga que mantener su trabajo) Y se retracta públicamente si se ha equivocado públicamente. (Y en privado tampoco vendría mal). (Podría empezar Mons. Fellay, que nunca se ha retractado de la declaración doctrinal traidora del 2012 que entregó a Roma; o de su aceptación de la legitimidad de las “excomuniones” de 1988; o de la persecución y expulsión injusta de un obispo y muchos sacerdotes, etc.)

No digamos ya el prejuicio, pero el simple apuro por llegar a conclusiones es un mal método de análisis (Eso. González se apuró a decir que el reconocimiento es inviable, cuando ya está hecho la mitad del camino y se sigue trabajando en el resto), sobre todo si está además acicateado por una necesidad de “rating” (en el blog, por ejemplo) (debería cuidar su propio sitio web, que viene cayéndose del rating hace bastante tiempo) que es el caso de muchos opinadores (dentro de poco se declarará el delito de “opinión”, según parece, en la Neo-FSSPX, pues tanto irrita a los acuerdistas. Sólo personas autorizadas por Menzingen podrán opinar. ¿No hemos visto hace poco censurado en DICI un sermón de uno de sus obispos?), y sin duda de generar cierta dialéctica como para oxigenar la causa personal de algunos curas prófugos, demasiadas veces fallida en sus pronósticos. (¿Prófugos? Más bien parece que el que huye –de la verdad- es el propio González)

Por eso, desde hace ya un largo tiempo en Panorama tratamos de publicar lo que nos parece claro y evidente (las ambigüedades de Mons. Fellay y las “moderaciones” de González), y comentar tras un cierto reposo y observación de los hechos, no meramente al calor de la “primicia”. Y el resultado es mejor en muchos sentidos. Nos hace más prudentes, (quiero decir, nos equivocamos menos) y también más dispuestos a reconocer los errores. (Autocomplacencia suicida. “Prudencia” que parece esconder falta de celo. Bien decía Gómez Dávila que El liberal no soporta sino las verdades blandas”, lo citábamos acá). Hasta porque no habiendo apostado el resto a un número, no nos duele tanto perder (La FSSPX se la pasa haciendo alarde de sus números estadísticos. Eso es algo que no están dispuestos a perder. Por otra parte, ¿es una cuestión de números o de almas, lo que están en juego?). Incluso por esa razón poco virtuosa pero tan connatural al carácter orgulloso del ser humano, en particular de los que damos a conocer nuestros juicios públicamente.

Mons. Fellay “acuerdista”

De los dichos de Mons. Fellay en los meses previos a la reunión uno podía observar un deseo de llegar a una regularización canónica de la FSSPX. Esfuerzo (¿qué esfuerzo? ¿Esfuerzo como sinónimo de deseo? ¿El reposo provoca esta clase de confusa redacción?) que navegaba sobre un mar de confusiones. La congregación está en una especie de limbo canónico. Levantadas las excomuniones (¿excomuniones verdaderas o falsas? Si eran inexistentes, como siempre dijo la FSSPX que eran hasta unos años atrás, ¿cómo es que pudieron levantarlas?), y reconocida en la Argentina; otorgada la jurisdicción para confesar (no sólo para eso, ya lo vimos más arriba), hoy la FSSPX ¿en qué situación canónica está? Como en el viejo chiste sobre la dama embarazada, hoy parece que está “un poco reconocida”. Así como su “comunión” con la Santa Sede resulta extrañamente definida como “imperfecta”. En otros tiempos, un estudiante de derecho canónico no hubiera aprobado un examen cuatrimestral planteando tales situaciones. Hoy parece tema de tesis doctoral.

Como si las acciones sacramentales fuesen un arma de la que los sacerdotes de la FSSPX son legítimos usuarios pero no pueden portar, salvo en la Argentina; o solo para confesar pero con fecha de vencimiento, solo hasta el 8 de diciembre del año en curso en que se vencería la licencia, o no… Dios lo sabe (también se señaló más arriba que Francisco le dijo a Mons. Fellay que continuarían después de ese plazo. No hay vuelta atrás). Convengamos que la Santa Sede, que ofrece pactos de regularización canónica pero a la vez un día dice que las críticas al Concilio Vaticano II no son obstáculo, y luego dicen que sí son obstáculo, tampoco aclara mucho las cosas.

Bien, como está “masomenos” legalizada y “masomenos” en comunión, el esfuerzo por recibir un estatuto canónico parece de arranque algo devaluado por la doctrina del masomenismo que impera entre canonistas, teólogos y funcionarios Ecclesia Dei. (¿Por qué? No se explica)

Yo estoy convencido de que Mons. Fellay considera muy importante que haya una regularización canónica a los efectos de apartar obstáculos para el apostolado (O sea que quien dice que el proselitismo es “una solemne tontería”; que quien desprecia la Tradición y arrasa con todo lo que es católico en nombre del ecumenismo, diálogo interreligioso y demás lacras condenadas por los Papas preconciliares; quien pone obstáculos a todo lo que es católico, daría la regularización canónica a la FSSPX para que haga apostolado católico, es decir, todo lo que Roma no desea hacer o todo lo contrario de lo que Roma hace. ¡Magnífico!). Y cree que los bienes que derivarían de esto son mayores que los males que podrían sobrevenir. Fellay (se olvidó del “Monseñor”) argumenta que la FSSPX tiene derecho a ser reconocida como católica, cosa que ya hizo la Iglesia en la Argentina con la evidente anuencia de Francisco. Sostiene que la acción apostólica se vería muy facilitada.

Salvo en un punto, me parece, Mons. Fellay tiene razón. El punto es este: los bienes serían posiblemente muy pocos y los males muchos. La FSSPX se plegaría involuntariamente a la confusión buscando lo contrario, buscando dejar en claro su catolicidad. En la Argentina no hemos visto que las masas se agolpen en los lugares donde la FSSPX tiene institutos (¿Entonces Mons. Fellay tiene razón? ¿En qué? ¿En ser reconocida como católica por quienes profesan una fe modernista?).

Como visión distinta de la de Mons. Fellay dentro de la FSSPX, algunos piensan que no hay que buscar la regularización canónica en absoluto y otros que, en todo caso, ver qué se hace si viene sin que la busquen, porque un buen día Francisco la puede declarar “regularizada” y listo. De este tema ya hemos comentado citando las fuentes que sostienen las distintas opiniones.

Es evidente que las circunstancias dieron fuerza a la opinión contraria a aceptar una regularización, o al menos considerar un estatuto de regularidad canónica. En esos días Francisco hacía la apología de Lutero. ¿Hubo entonces un bando que se impusiera a otro? Parece que no. Tampoco parece que hubiera bandos.

Los que militan en bandos, si no vencen, rompen o conspiran. Nada de eso parece estar a la vista (porque el bando liberal que triunfó en el último capítulo con Mons. Fellay a la cabeza expulsó o hizo ir a los antiliberales y luego colocó en los principales lugares a serviles acuerdistas). Puede haber gente con más o menos cosquillas. Y para quitarlas, la clara reafirmación doctrinal de Mons. Fellay en su homilía del 2 de julio antes citada es meridiana. Lo demás son vicisitudes y juicios prudenciales.

Las "sospechas" subsisten

Las sospechas son como los virus, no mueren nunca, solo mutan. (¿Es un aforismo de José Narosky? ¿Quizás de Woody Allen?)

- Ah, no dijeron que sí, pero tampoco que no… dicen tanto los que quieren como los que no quieren la regularización.
-Dicen que esperan los dictados de la Providencia lo cual significa que están negociando. (Me sorprende que New Catholic, editor de Rorate Caeli adhiera a esta opinión tan ramplona).

Pues bien, sí, de eso se trata. De la Providencia. De que la Providencia haga soplar un viento fuerte y escampe. O solo de esperar para ver como sigue esta calamidad. (Es cobardía decir que porque todo depende de la Providencia, sólo hay que esperar. Dijo San Pío X: "No resistir al error es aprobarlo, no defender la verdad, es sofocarla”. Debemos “vigilar y orar” pues el diablo anda como león suelto buscando a quién devorar).

Que de tan desastrosa a veces, uno piensa, solo puede mejorar…(Todo irá mejor…en el Titanic. “Tenemos amigos en Roma”, “Hay un brote primaveral”. ¿Cómo dijo Juan XXIII al abrir el Concilio?: “disentimos de esos profetas de calamidades que siempre están anunciando infaustos sucesos como si fuese inminente el fin de los tiempos”. González es de su escuela, igual que Mons. Fellay).


Modesto De Lantal