jueves, 9 de junio de 2016

LA POLÉMICA CATÓLICA





R.P. Félix Sardá y Salvany

Es lícita la defensa de la Religión desde el periódico* exclusivamente religioso. Esta es la forma de la polémica en el día, y es forzoso adoptarla. La Revolución quisiera sin duda que escribiésemos sobre cada cuestión diaria sendos tomos en folio, segura de que tales tomos no fueran leídos. Ahora, como el periódico lo lee todo el mundo, ahí está la razón de las invectivas contra el periódico. Y escucha, más. Si por nuestras razones particulares hubiésemos desdeñado esta forma de discusión, se nos hubiera echado en cara que no queríamos descender al terreno propio del siglo, que en odio a las luces odiábamos la institución de la prensa periódica, que no sabíamos movernos de las armas anticuadas de la Edad media. Hoy hemos adoptado el armamento de nuestros enemigos, y se nos echa en cara esto como crimen de lesa Religión, como si ellos más que nosotros celasen por su honra. ¡Qué perversidad! ¡Qué hipocresía!

Óyeme, pues. La verdad puede ser defendida hasta por un periódico, ¿estás? Y el interés de la verdad está en que cada día aumente el número de estos, defensores guerrilleros. Los grandes controversistas católicos, los autores de obras magistrales, vienen a ser la artillería gruesa de nuestro Ejército, que dispara de vez en cuando algún cañonazo para destruir las aparatosas fortificaciones del enemigo. La prensa periódica viene a ser la fusilería que al amparo de los fuegos de la artillería, y aprovechando la brecha que ésta abre en las obras enemigas, se lanza al combate parcial y de avanzadas, atacando, cuerpo a cuerpo, cansando con repetidos escarceos, explorando, el campo, reconociendo y obligando a contestar al quién vive a los sospechosos, etc., etc. Es, en fin, un ejército movilizado, excelente mientras no se separe, que nunca lo hará, de la voz del general en jefe. Lo repito. Por esto le aborrece en tanto grado el enemigo... Esto por lo que toca a la prensa exclusivamente religiosa.

¿Y por lo que toca a la prensa político-religiosa? Aquí te parecerá que tienen alguna razón nuestros adversarios: en efecto; aquello tan manoseado de que tales periódicos confunden la religión con la política es realmente un cargo atroz. Ya verás, no obstante, a qué queda reducido.

La política es una ciencia como otra. Y puede tratarse de política en orden a la fe:

O con criterio contrario,

O con criterio indiferente,

O con criterio favorable.

Si lo primero, el periódico será político anticatólico franco, y por lo tanto, dicho se está que será cosa mala.


Si lo segundo, será también anticatólico, a pesar de su pretendida neutralidad, porque esta neutralidad es ya de sí anticatólica, conforme a la proposición XIV del Syllabus condenada: Philosophia tractanda est nulla supernaturalis habita ratione. Proposición que coge de lleno a la política, que es un ramo especial de la filosofía.

Si lo tercero, será político-católico, es decir, tratará y resolverá las cuestiones políticas, juzgará los acontecimientos, apreciará las personas y las cosas según su conformidad o disconformidad con las enseñanzas de la fe. Que es precisamente lo que hace la tan maldecida prensa político-religiosa. De suerte que después de: tanta declamación y de tanto ultraje sacamos en limpio que no sólo es lícito el periodismo político-religioso, sino que en cierto modo es entre los político el único lícito y el único permitido por lo ley de Dios. Repasa si quieres la precedente argumentación.

Extraño se me hace que tantos católicos, llevados de su encono a las cosas católicas, lancen así tan sin ton ni son anatemas sobre la prensa político-católica, cuando ha sido objeto de repetidos Breves gratulatorios de Pío IX. Entre ellos únicamente recordamos ahora los dirigidos a los excelentes periódicos L'Univers de París, La Unitá Cattolica de Tuy y El Pensamiento español de Madrid. ¿Qué mas? Sabido es que La Civiltá Cattolica fue fundada por iniciativa especial del Sumo Pontífice, y por él encomendada a los Padres Jesuitas con Breve también especial. Ahora bien. La Civiltá es un periódico, no solo religioso, sino político religioso, y por cierto que al hacer reseña mensual de los acontecimientos políticos del mundo lo hace con singular desenfado a la par que con reconocida profundidad. ¿Quién se atreverá ahora a censurar corno perjudicial la prensa político-religlosa? ¿Quién? Vea V. ¿quién había de ser? El católico-liberal. Naturalmente se comprende. Como a él le pica la mostaza...

«¡Pero, sus Intemperancias!» Es verdad, no negaremos que los redactores católicos suelen ser hombres en carne mortal y no ángeles en forma humana; pueden por lo mismo tener su viveza de genio, y estimulados por la caridad con que suelen tratarles sus enemigos, especialmente los católico-liberales, echar alguna vez, como se dice, la capa al toro y caer en alguna fragilidad. No la aplaudimos, ni siquiera tratarnos de excusarla. Pero el que en esto se halle sin pecado lance la primera piedra. Sí, amigo mío, tú mismo que tanto recomiendas la moderación y la caridad, discutes a menudo con tus adversarios no con razones sino con salivazos y puntapiés, y eres el veuillotista mas acerbo cuando por algún accidente acierta a subírsete la mosca a las narices, que es muy frecuente. Basta, pues, si no quieres que te lo pruebe con mil citas textuales. El gran Veuillot, finalmente, a propósito de una reconvención del Papa en que se creyó aludido, fue tan humilde que la insertó en su periódico, la elogió y se declaró comprendido en ella pidiendo perdón a sus adversarios. Nosotros a pesar de que la reconvención del Papa se dirigía a todos, no vimos imitado por los católico-liberales la gloriosa y edificante conducta del feroz Veuillot.

«¡Pero esto de que anden los seglares metidos en cosas de Religión!» Esta especie, amigo mío, te la he oído mil veces en son de ataque contra la prensa católica. No tienes razón con ella, amigo mío; no tienes razón. Precisamente los grandes controversistas de la escuela católico-liberal son casi todos seglares, y hablan y discuten de materias religiosas a su modo con el más gentil desembarazo. Seglar eres tú y casado y padre de familias, y en tus conversaciones y escritos tratas filosófica y teológicamente empeñadas cuestiones de Religión, y lo haces a veces con acierto y provecho. Y desde el principio del Cristianismo hubo seglares que escribieron de Religión, y algunos de ellos a pesar de posteriores extravíos han sido incluidos en la lista de los grandes escritores católicos. Recuerda a Orígenes y Tertuliano, que ciertamente no fueron obispos. No; la polémica católica no está vedada al seglar, como se sujete en ella a las condiciones a que debe también sujetarse el eclesiástico, es decir, a la sumisión a la autoridad de la Iglesia. Recientemente para acabar de desvanecer, amigo mío, tan injustificadas aprensiones, porque en ciertas cosas eres muy aprensivo, tanto como en otras lo eres muy poco, te diré que el Papa acaba de felicitar a Mr. Carlos Perin, catedrático seglar de la Universidad de Lovaina, por una obra suya titulada: Las leyes de la sociedad cristiana, colmándole de merecidos elogios. Y el tal Carlos Perin no es obispo, amigo mío, sino un buen seglar como tantos otros que a la sombra del Episcopado esgrimen la pluma que Dios les puso en las manos.


*Nota Syllabus: Todo lo que se dice de los periódicos debe aplicársele hoy día a los blogs y sitios de Internet.