viernes, 17 de junio de 2016

EL MISTERIO DE LA SIMPATÍA BERGOGLIANA HACIA LA NEO-FSSPX





Hay un misterio que, según parece, y de acuerdo a lo afirmado en más de una oportunidad por el primer asistente de Mons. Fellay, el alemán P. Niklaus Pfluger, se torna cada día más insondable, más inextricable, más inaccesible a la razón. Este arcano sume en la perplejidad a los miembros y fieles de la FSSPX en todo el mundo. Desde luego, los peritos todavía no saben si es un misterio del orden natural o sobrenatural, si es humano o angélico, si corresponde llegar a desentrañarlo desde el abordaje psicológico o pastoral. Tampoco se animan a concluir que un teólogo pueda internarse con mayor solvencia que un detective en los múltiples meandros del enigma. Ni que algún escritor capaz de advertir “el enigma del fantasma en coche” o “el misterio de Marie Rogêt” esté en condiciones de abordar semejante caso. En fin, lo único que corresponde afirmar respecto del mismo es lo siguiente: se trata de un misterio. Y como tal, es incomprensible. Pero hay que aceptarlo, como se acepta la humedad, la tibieza del sol, el pasto que crece entre las baldozas o el paso inevitable de los años.

¿Cuál es este misterio? Escuchemos al P. Pfluger:

LA SIMPATÍA DEL PAPA HACIA LA FSSPX "ES UN MISTERIO"

Nuestros miembros y los fieles preguntan, ¿por qué este papa, este papa en particular es tan amigable, tan encantador con nosotros? Es un misterio. En el nivel humano yo diría que le gustamos porque nos conoce de Argentina. Es muy excéntrico, es un jesuita, le gusta este espíritu misionero; somos pobres, vamos a India, a muchas partes, a las periferias como él dice. Tal vez no le guste la Iglesia establecida, rica, en Europa, en Norteamérica, los funcionarios. 

Pero tal vez sea más de orden sobrenatural, al nivel espiritual. Para los sedevacantistas, por ejemplo, o la llamada Resistencia, esto es un escándalo: que a este papa -con sus entrevistas, su comportamiento, sí, es escandaloso- le pueda gustar la Tradición. 

Como se ve, estamos ante un misterio no precisamente de iniquidad, sino ante un misterio muy agradable, simpático, regocijante. Francisco es, según Pfluger, “amigable”, “encantador” con  la FSSPX. Le “gusta” la FSSPX, dice Pfluger: “Nosotros le gustamos”. Es más, va más allá y dice que le gusta la Tradición.

¡Misterio!

Bueno, quizás la “simpatía” bergogliana no sea tan misteriosa, después de todo. Quizás y en todo caso, Bergoglio sea tan misterioso como un periódico, como un partido político o como la mafia.

Quien haya leído la Pascendi de San Pío X se dará cuenta que los modernistas están retratados allí de pies a cabeza. Allí está la tomografía computada que descubre todas la mañas, las argucias, las ideas y las prácticas de los modernistas. Metámosle maquiavelismo político, viveza criolla y talmúdica condescendencia, y se acaba el “misterio”. Es decir, se comprende.

Entonces, si como vemos a Francisco rodearse de hampones, corruptos, liberales, traidores, heresiarcas, sodomitas, abortistas, judíos y comunistas, sin pedirles nada a cambio, aceptándolos como son, quizás sea porque los jerarcas de la Neo-FSSPX caen en alguna de estas categorías, y habiendo renunciado a la intolerancia doctrinal, a la entera verdad, a la cruz de la persecución, sean aptos para ser recibidos en el titanesco barco que es conducido hacia el Nuevo Orden Mundial donde no hay lugar para Cristo Rey y quienes proclaman y luchan por este reinado.

Pero, hay una particularidad de Francisco, y sería bueno que el P. Pfluger se diera cuenta, y es que todo aquel que recibe sus mercedes o sus dádivas, cae luego en desgracia. El último caso es de de la Sra. Madre de los terroristas setentistas Hebe de Bonafini, que tras su amoroso encuentro en el Vaticano con Francisco, ahora está a punto de ser procesada por estafa y hasta es afrentada públicamente en uno de sus actos en “su” plaza (ver acá y acá). La total caída en desgracia de la FSSPX, tras recibir el beneplácito francisquista, no será, ciertamente, un misterio indescifrable.