martes, 20 de enero de 2015

LIBERTAD DE PRENSA Y LIBERALISMO - R. P. A. HILLAIRE







Para los liberales la palabra libertad es sinónimo de independencia absoluta, especialmente en sus relaciones con Dios y con la religión. “Según estos incrédulos, no hay, en la práctica de la vida, ningún poder divino al cual haya obligación de obedecer, sino que cada cual es ley de sí mismo” (León XIII).

El error del liberalismo está fundado en la confusión del poder y del derecho; confunde el poder, que es la libertad física, con el derecho, que constituye la libertad moral. Si el hombre fuera independiente de su Criador y de sus leyes divinas, tendría derecho para pensarlo todo, para hacerlo todo, para decirlo todo, para escribirlo todo; en ese caso las libertades modernas serían legítimas. Pero no es así. (…)

La libertad de la palabra y de la prensa es el pretendido derecho que cada cual tiene de decir y publicar todo lo que le agrade, bueno o malo.

-Esta falsa libertad es contraria a la ley natural, que no permite igualar el error con la verdad, el bien con el mal.

-Pervierte la inteligencia, porque pocos hombres tienen la facultad de dedicarse al estudio y distinguir un razonamiento de un sofisma.

-Corrompe el corazón, porque los hombres se sienten inclinados a aceptar fácilmente las teorías que favorecen o halagan sus pasiones.

La libertad de la prensa, concedida a los enemigos de la religión, de la moral y del orden público, es un azote terrible para la sociedad. El diario es un maestro cuya tiranía fatalmente sufre el lector; es un abogado poco leal, que seduce al pueblo con la mentira y la calumnia. La autoridad tiene el deber de no abandonar al pueblo a merced de hábiles embusteros. (…)

La prensa.- La francmasonería esparce profusamente sus monografías, sus libros, particularmente sus diarios malos y sus novelas y folletines. Si creyéramos a estos escritos, el liberalismo representa todo lo que hay de más bello, más noble, más grande: la libertad, la igualdad, la fraternidad, el progreso, la civilización, la ciencia, etc. La Iglesia, por el contrario, no representa sino lo que hay de más pequeño, estrecho e innoble: la tiranía, la esclavitud, la intolerancia, la barbarie, etc. Con estas mentiras, la mala prensa pervierte las inteligencias y corrompe los corazones.

-Todos los días explota en los diarios las faltas reales o imaginarias de los pastores de la Iglesia, para hacerlas recaer sobre la Iglesia misma y hacerla odiosa. En cuanto a sus beneficios, a sus obras de caridad, a sus numerosos ejemplos de virtud dados por sus sacerdotes y sus fieles, la prensa masónica guarda el más profundo silencio, y si habla es para negarlos, disminuirlos o ridiculizarlos.

-Con pretexto de ciencia ataca sin descanso las doctrinas de la Iglesia, ya negándolas, ya tratando de ridiculizarlas con la ironía y el sarcasmo. En el espíritu de los débiles y de los ignorantes va destruyendo pieza tras pieza todo el edificio de la fe católica.

-La masonería halaga los malos instintos con producciones inmorales y los levanta rabiosos contra la Iglesia que los condena. Es moralmente imposible que un lector asiduo de semejante prensa no se llene, a la larga, de toda clase de errores y prevenciones.

(En la vida pública)- Hay que emplear contra la masonería las armas que ella emplea contra la Iglesia. La prensa.- No comprar nunca diarios malos, y, sobre todo, no suscribirse a ellos.- Sostener la buena prensa con la influencia, los recursos, etc.”


(R. P. Hillaire, La Religión demostrada)