domingo, 23 de febrero de 2014

SUPERSTICIÓN CONTEMPORÁNEA




Superstición contemporánea: una persona es designada en un cargo, empieza a hacer cosas incompatibles con ese cargo e inmediatamente se le atribuye genialidad. En realidad es que no está a la altura de su designación, y las chambonadas que obnubilan a los seguidores son la máscara que oculta a la mediocridad, a la ignorancia y a la ignavia. No importa, lo llaman transgresor y listo. Por suerte no sucede lo mismo con los pilotos de aviones y los neurocirujanos, en principio.


Uno se imagina a los cronistas de semejantes transgresores, escribiendo:

"El cirujano X es un soplo de aire fresco en la medicina: no se lava las manos y opera resfriado".
"Otra vez el diplomático B nos dio una sorpresa rompiendo el protocolo: en la reunión con el Presidente de la nación vecina emitió un eructo y habló mal de las mujeres de ese país".
"El piloto de avión Z, siempre genial y transgresor, rompió los tabúes y en vez de eludirla, enderezó el avión hacia el centro de la tormenta".
"Relajado y sonriente, el Ingeniero W. omitió hacer el cálculo de resistencia de la torre que construyó, asombrando una vez más a la comunidad con su frescura y capacidad de improvisación".
"El escribano K sigue renovando la vetusta institución del notariado: exhorta a sus dependientes a omitir de cuando en cuando el registro de las escrituras en los protocolos, alejándose de la fría formalidad de su profesión y generando una sana incertidumbre. Eso sí, obsequia con un abrazo y una sonrisa a los incautos compradores".


La lista de posibles transgresores-canibalistas institucionales es infinita. Críticos de cine que rompiendo caducos convencionalismos, comenzaran sus críticas contando el final de la película. Jefes de protocolo saludando a los dignatarios como el demonio del Dante (Inf, XXI), con una flatulencia cual trompeta. Periodistas que con franqueza y simplicidad, revelaran que la fuente reservada que les contó todo acerca de unos jefes narcos se llama Pérez y vive en tal casa de Palermo. Banqueros que como soplo de aire fresco, se negaran a devolver depósitos aduciendo que ha pasado mucho tiempo y que los depositantes son restauracionistas...