sábado, 20 de abril de 2013

DE UN 15 DE ABRIL AL OTRO, ¿MONSEÑOR FELLAY ES CREÍBLE? - POR UN SACERDOTE.





NON POSSUMUS

El pasado 15 de abril, se hizo público el texto de Monseñor Fellay que deberá aparecer próximamente en la Carta a los amigos y benefactores de la Fraternidad. Si lo consideramos de manera aislada, este texto es firme ya que se compone principalmente de citas de Monseñor Lefebvre. Monseñor Fellay reconoce “la actualidad del análisis” de nuestro Fundador que sigue siendo “el hilo conductor de su posición doctrinal y de la acción” de la Fraternidad. “Su percepción muy justa, a la vez teológica y práctica, sigue teniendo vigencia”. La profesión de fe con la cual se abre la famosa declaración del 21 de noviembre de 1974 “es la de todos los miembros de la Fraternidad”. En fin, “actualmente, siguiendo la misma línea, no podemos hacer más que repetir lo que afirmaron Mons. Lefebvre y el P. Schmidberger en pos de él. Todos los errores que ellos denunciaron, nosotros los denunciamos”. ¡Vaya que esto sirve  para tranquilizar a los más desconfiados!

Pero… si se considera este texto, no de manera aislada sino en el contexto actual de la Tradición, no podemos dejar de interrogarnos: ¿Es creíble Monseñor Fellay? O más precisamente ¿debemos creer a Monseñor Fellay en su declaración del 15 de abril de 2012 o en su declaración del 15 de abril de 2013? De un 15 de abril a otro, el contraste es sobrecogedor. “El análisis de Monseñor Lefebvre” sigue verdaderamente siendo “el hilo conductor de la posición doctrinal y de la acción”? ¿Y del superior general de la Fraternidad en el 2012? “La situación de la Iglesia está prácticamente sin cambios”  en la Pascua de 2013: eso no es lo que leímos en el editorial de Cor unum de marzo de 2012.

Entonces, ¿cómo comprender el texto del último abril? ¿No podemos temer que este giro hacia la derecha esté destinado a tranquilizar y dormir a los que todavía resisten la política de la adhesión a Roma? Para que Monseñor Fellay vuelva a ser creíble, son necesarias tres condiciones:

1.   Un mea culpa que no se equivoque de pecho: Monseñor Fellay reconoce que  “la Fraternidad se halló en una posición delicada (¡qué eufemismo!) durante gran parte del año 2012” (¿y ahora?), pero explica inmediatamente que las dificultades provinieron de las “exigencias” y de la “falta de claridad” de Roma. El superior general y la casa general ¿no tuvieron nada que ver? Es indispensable que Monseñor Fellay se retracte explícitamente de ciertos escritos y ciertos hechos del año pasado: entre muchos otros, citemos simplemente la vergonzosa respuesta del 14 de abril a los tres obispos, la escandalosa Declaración del 15, la penosa declaración del Capítulo general, las odiosas sanciones que han recaído sobre un obispo, sacerdotes (exiliados o expulsados) y religiosos (ordenaciones retardadas)…

2.  La reafirmación solemne, en una declaración dirigida simultáneamente a la Santa Sede y a todos los obispos, sacerdotes y fieles de la Tradición, del principio: “No al acuerdo práctico sin acuerdo doctrinal”. Precisando cuidadosamente el sentido de las palabras con el fin de evitar cualquier ambigüedad y para que nadie se imagine que habría “acuerdo doctrinal” por el simple hecho de que Roma nos acepte tal como somos.

3.  La crítica firme y pública de la Roma actual y del papa actual. Monseñor Lefebvre no se contentó con denunciar los errores, sino que no dudó en atacar, con respeto pero con vigor, a los fautores de errores; no solamente a los obispos, sino que también al mismo papa. Hacia el final de su texto, Monseñor Fellay parece criticar tímida y discretamente (sin osar nombrarlo) al papa Francisco, pero no denuncia los numerosos escándalos que han marcado las primeras semanas de su pontificado. Y DICI nos vuelve a presentar la historia de Eneas y Pio, comparación que el Padre Célier intentó en el 2005 para Benedicto XVI. Desde hace ocho años, el número de portadores de anteojos rosas ha crecido de manera aterradora.

Concluimos proponiendo en voz alta lo que piensan en voz baja muchos sacerdotes y fieles: cuando un superior ha puesto en tanto peligro la obra que le fue confiada, conviene que después de haber reconocido sus errores, renuncie a su cargo. Esta es al menos una “condición deseable” para salvar la pequeña parte que queda sana de la Fraternidad. Puede que sea mejor una condición “sine qua non”.

UN SACERDOTE.-